¿Qué es la Economía Política?

La Economía trata de cómo se relacionan entre sí las personas, de cómo se coordinan entre sí para proveerse de los bienes y servicios que necesitan. Es una de las ciencias sociales. O, mejor aún, es una parte de la Ciencia de la Sociedad. Quiere esto decir que la Economía por sí sola no es capaz de explicar ninguno de los problemas que aborda: siempre necesitará el apoyo de la Historia, la Sociología, la Demografía, la Antropología, la Psicología, el Derecho o la Politología, e incluso de la Filosofía y de la Ética. Y, a la vez, la Economía sirve de apoyo necesario para todas las demás ciencias sociales.

La Economía no es una ciencia exacta como puedan serlo la Física, la Química o la Astronomía. Nuestro sujeto de estudio son los seres humanos cuyo comportamiento es mucho más complejo, más diverso y variable, y por tanto menos predecible, que el de los compuestos químicos o los planetas. También hay que tener cuidado al hacer experimentos sociales: el coste de un experimento social fallido es muy superior al de romper una pipeta en un laboratorio.

La Economía es una ingeniería. La sociedad y el sistema económico es una gran maquinaria formada por infinidad de instituciones y normas que regulan las relaciones entre los seres humanos y distribuyen riqueza y poder. Esa maquinaria se ha ido formando a lo largo de la historia y sigue siendo modificada a diario por tribunales, parlamentos, gobiernos y luchas de poder. La Economía analiza el funcionamiento de esos mecanismos, de esas instituciones, y sugiere cambios en la maquinaria que modificarán los flujos de riqueza a favor de unos u otros.

La definición más extendida de nuestra ciencia, la preferida por los economistas liberales, es la que propuso en 1932 el profesor Lionel Robbins: La Economía es la ciencia que estudia el comportamiento humano cuando trata de conseguir sus fines utilizando unos medios que son escasos y que pueden ser usados para diversas aplicaciones.

Los fines de los seres humanos son numerosísimos y en continua expansión: van desde la satisfacción de las más elementales necesidades biológicas al disfrute de los más elevados goces culturales o espirituales. Y somos insaciables: tengamos lo que tengamos, siempre queremos más. Como esos fines que queremos conseguir son tan amplios, los medios para obtenerlos -el tiempo dedicado al trabajo, las fábricas o los pozos de petróleo, por ejemplo- son y serán siempre insuficientes. Estos medios pueden ser dedicados a producir diferentes bienes y servicios que serán utilizados por diferentes personas. El ser humano tiene que elegir entre esos usos alternativos, las diversas aplicaciones de esos medios y de sus productos. Todos estamos continuamente tomando decisiones de ese tipo, a qué dedicamos nuestro tiempo y nuestros recursos. Los criterios para esa elección, los métodos para valorar las diferentes alternativas y los efectos de las decisiones adoptadas son parte del objeto de nuestro estudio.

Pero esa definición de Economía es mucho más amplia de lo que su mismo autor pretendió ya que puede incluir temas en los que el dinero o la riqueza de las personas y los países intervienen sólo de forma indirecta o en un sentido muy general. Veamos un ejemplo. Los equipos de fútbol están formados por once jugadores; cuando hay que enfrentarse a un temible adversario, el entrenador querría destinar siete u ocho jugadores a la delantera y nueve o diez a la defensa, pero solo puede disponer de once jugadores de los que cada uno podría ocupar cualquier puesto, delantera o defensa, pero será más eficiente en una posición que en otra; fin: ganar el partido; medios: los jugadores, escasos y susceptibles de usos alternativos.

Veamos otro ejemplo de un problema económico. Uno de los deseos de todos los miembros de nuestra sociedad es que se acaben, o al menos que se reduzcan, los robos en las casas. Para ello pueden ser útiles los siguientes medios: el trabajo de los policías, los jueces y los funcionarios de prisiones, edificios carcelarios, etc. pero también son útiles a largo plazo los maestros, los profesores y las escuelas. Si asignáramos a cada individuo marginal en paro un grupo de personas -asistentes sociales, psicólogos, enseñantes de técnicas profesionales- que estudiase y buscase soluciones a los problemas personales de incultura, falta  de motivaciones y falta de formación profesional de cada marginado social, es indudable que el problema de la delincuencia se reduciría en gran medida o incluso desaparecería. Pero esos medios son escasos. El número de policías, de asistentes sociales, de profesores en el país es limitado. Y tienen que dedicarse también a otras cosas. Hay que elegir ¿Potenciamos el sistema policial-penitenciario o el sistema educativo y asistencial?

Hay otra definición que es preferida por los economistas de izquierdas: La Economía Política es la ciencia que estudia  la producción y distribución de bienes y servicios para la satisfacción de necesidades humanas. Es una definición más de izquierdas porque marca como objetivo fundamental la satisfacción de necesidades humanas y pone en el mismo nivel de importancia la producción y la distribución. Se trata por tanto de entender los mecanismos mediante los que se producen y se distribuyen bienes y servicios. Pero no parece ser muy ajustado a la realidad que el objetivo sea siempre la satisfacción de las necesidades humanas. Por ejemplo: ¿Cuál es el objetivo de los fabricantes de piensos para perros? ¿Satisfacer las necesidades de los perros? ¿O, simplemente obtener beneficios, que sobreviva y prospere su empresa, que se expanda su poder de mercado? En cualquier caso siempre queda la duda de cuáles son las necesidades humanas que la economía debe satisfacer.

En sus comienzos nuestra ciencia se llamaba Economía Política porque los primeros economistas tenían muy claro que las decisiones de cómo se organiza económicamente una sociedad eran decisiones políticas, adoptadas por los gobernantes. Solo en el siglo XX se empezó a cambiar su nombre en el mundo académico por simplemente Economía, con la pretensión de ser una ciencia positiva (que describe las cosas como son), neutral, indiferente a las relaciones de poder. Pero en realidad es también una ciencia normativa (que afirma cómo deben ser las cosas) porque al conocer los instrumentos, aprender su uso y comprender sus efectos, se enseña y recomienda, aunque sea de forma implícita, cómo utilizarlos y cómo modificarlos. A algunos economistas nos gusta seguir llamándola Economía Política.

En este texto estamos utilizando la palabra `Economía´, o ‘Economía Política’, con mayúscula inicial, para referirnos a la ciencia y `economía´ en minúsculas para referirnos al sistema económico.

Todos los economistas desarrollamos nuestra ciencia mediante relatos o modelos que tratan de representar de forma simplificada un problema económico para facilitar su comprensión y proponer una solución. Frecuentemente esos modelos se describen en forma matemática, dando así la impresión de que son rigurosos y exactos, pero en realidad todos los modelos son relatos simplificadores de la realidad que, por tanto, no tienen en cuenta todos los factores que influyen en el problema que se analiza. La simplificación es necesaria. Joan Robinson, una prestigiosa economista de izquierdas, decía que un plano de la ciudad de Londres a escala 1:1 sería algo absolutamente inútil. Es necesario simplificar para poder comprender, el problema es que, al simplificar, hay elementos que quedan fuera del modelo ¿Cuáles son los elementos que dejamos fuera? ¿Son importantes o triviales? Los economistas que criticamos la ciencia oficial, la Economía neoliberal dominante, pensamos que en sus modelos hay muchas cosas importantes que no se están teniendo en cuenta y proponemos otros relatos, otros modelos alternativos, que tienen en cuenta otros factores.